11 de abril de 2011

Centenario de Atlántida


Matasello Primer Día de Emisión

Fotografía de la construcción "El Águila",
característica de Atlántida,
representada en el Matasello de Primer Día

Diseño: Diego Tocco

ATLANTIDA, 100 AÑOS 1911- 2011

Atlántida ayer y hoy: Jalones de su Historia

El 2 de diciembre de 1748, el alguacil mayor Andrés Gordillo dio posesión a José Gómez, alférez de la compañía de Domingo Santos de Uriarte, de una suerte de estancia situada entre los arroyos Pando y Solís Chico, luego de habérsela concedido el Cabildo de Montevideo y tener la aprobación del gobernador José de Andonaegui. José Gómez, de inmediato vendió su estancia al P. Cosme Aguiló, Procurador de la Residencia de Jesús. Los jesuitas instalaron allí su ˜Estancia de San Ignacio˜. Posteriormente, Juan Francisco de Zúñiga compró la estancia a la Junta de Temporalidades y el 15 de noviembre de 1805, éste, a su vez, la vendió a Luis A. Gutiérrez.

Las primeras plantaciones de árbolesEl 18 de mayo de 1908 quedó constituida la Sociedad Anónima ˜La Arborícora Uruguaya˜, teniendo como cometido esencial la adquisición de terrenos para la plantación de árboles, la formación de bosques y su explotación posterior.
Según escritura ante el escribano doctor Osvaldo Acosta, ˜La Arborícora Uruguaya˜ adquirió a Marcelino, Pedro y Nicolás La Cruz Hernández, un campo situado en Las Toscas, sección Pando del Departamento de Canelones, que era una fracción de las tierras que habían sido propiedad de Luis A. Gutiérrez.
Durante más de tres años dicha sociedad, constituida por médicos y estudiantes de medicina, dedicó sus esfuerzos a una obra de arboricultura en su predio costero hasta alcanzar la cantidad de ciento cincuenta mil eucaliptus plantados, que asomaron hacia el camino a Maldonado animando el paisaje. Por tal razón la zona se conoció popularmente, en esa época, con el nombre de Playa de los Médicos.
Por otra escritura pública otorgada el 31 de diciembre de 1910 ante el escribano Eduardo Ravenna, el ingeniero Juan P. Fabini y el doctor Francisco Ghigliani compraron a la Sra. Antonia Wit de Alonso una fracción de campo de una extensión de 510 hectáreas, situada también en Las Toscas, contigua a las tierras de la Sociedad Anónima ˜La Arborícora Uruguaya˜. Comprendía esta propiedad la playa Santa Rosa.
La proximidad de la estación ferroviaria Las Toscas y el Camino Nacional ofrecía, por otra parte, la posibilidad de un importante comercio de tierras balnearias, más halagüeño que el de la explotación de bosques aún en formación.-
Los propietarios de ambos terrenos constituyeron entonces la ˜Territorial Uruguaya Sociedad Anónima˜, que adquirió las tierras de Fabini y Ghigliani en 1911, según plano levantado por el agrimensor Benjamín S. Castelli en abril de ese año y escritura que el 21 de diciembre, también de ese año, autorizó en Estación Olmos, departamento de Canelones, el escribano Pedro Moreno (información esta, tomada del título de una propiedad de la Ciudad de Atlántida del Sr. Zolá C. Berreta Galli y de la Sra. María R. Braida de Berreta Galli).
Dicha sociedad quedó integrada con los Sres. Ing. Juan P. Fabini (presidente), Gabriel Percovich, Dr. Francisco Ghigliani, José P. Urioste, Alberto Galeano, Alejandro Nogueira, José M. Delgado, Atilio Narancio y Marcelino Alfonzo.
En 1913, 1925 y julio de 1934, el ingeniero y agrimensor Juan P. Fabini levantó planos generales del amanzanamiento y fraccionamiento en solares.
En una fotografía publicada el 22 de abril de 1912, en el diario ˜La Razón˜ de Montevideo, se puede apreciar la existencia de media docena de construcciones sobre las barrancas de la costa. Se desmontaron los médanos y comenzaron a funcionar canteras de piedras, de las que se extraían los materiales para los cimientos de los edificios. Se inició, además, la construcción de la carretera que uniría la estación Las Toscas con la playa.

La venta de TerrenosEse año de 1912, por la época en que también otra sociedad anónima de arboricultura, balneario y fomento territorial continuaba la plantación de eucaliptus en el balneario que estaba formando con el nombre de ˜La Floresta˜, próximo a la estación Mosquitos, comenzaba la venta de solares en la entonces llamada playa Atlántica. Este era el grandilocuente anuncio de ventas de terrenos, que apareció en la edición del 7 de setiembre de 1912 del diario El Día de Montevideo. Los primeros lotes se vendieron con frente a la actual Avenida Central y a la Rambla:

¡¡La gran solución veraniega!!
¡¡Con un pié en la Ciudad y otro en la Playa Atlántica!!
¡¡ Tarea diaria y vacaciones simultáneamente !!
¡¡Los hombres de negocios -los profesionales- los empleados,... todo el mundo podrá gozar de la estación balnearia en pleno océano!!
Este prodigio lo realizará la Gran Playa Atlántica, que la Territorial Uruguaya posee en Las Toscas, situada a sólo cincuenta kilómetros de la capital, o a hora y media del Ferrocarril, o de automóvil.
¡¡La playa oceánica más cercana de Montevideo!!
¡¡Playa extensísima, de blancas arenas, con su ensenada abrigada, de aguas tranquilas, claras y constantemente saladas !!
Playa firme, sin médanos, bordeada por un marco de altas y pintorescas barrancas, de donde arranca la gran selva, que ya se dibuja con crecidas y espesas plantaciones que transformarán aquella hermosa región balnearia en una residencia paradisíaca.
¡¡Allí está el verdadero germen de la más grande Estación Balnearia del porvenir!!
Allí nace La Ostende Sud-Americana con su gran Kursaal, sus lujosos hoteles y sus pintorescos chalets sobre la Rambla, y allí surgirán también, a lo largo de la playa, en sus ocho kilómetros de extensión, a la manera de Manakerke y Westende, núcleos secundarios de población balnearia, para los que huyen del centro del lujo, para los que deseen el descanso en familia, y para los que con más modestos recursos, aspiren también a esa ansiada temporada de vacaciones que la ciencia preconiza hoy como una tregua indispensable en la lucha de la agitada vida diaria !!
˜¡¡Automovilistas!!
Tener un solar en este maravilloso paraje es un complemento indispensable a la posesión de un Automóvil, para poder pasar, en la forma más agradable, un día de excursión !!

Durante la temporada en la cual comenzaron a venderse terrenos en Atlántida, también conocida en la época por Las Toscas, nombre también de la estación cercana al Ferrocarril Uruguayo del Este, setecientos turistas se habían diseminado en Punta del Este, entre sus cuatro hoteles, Biarritz, España, Risso y British House (unos seiscientos) y en los chalés particulares (un centenar).
El grupo de médicos y estudiantes de medicina que hizo las bases de la nueva estación balnearia decidieron llamarla ˜Atlántida˜, para que reviviera en ella el legendario continente del cual hablara Platón en sus Timeo y Critias.

Atlántida elevada a la categoría de CiudadLa Ley 13.609 del 7 de setiembre de 1967, elevó a Atlántida a la condición de Ciudad. Fue el primer balneario canelonense que alcanzó ese rango.
Por esa época, en 1968, se calculaba que dentro de una población estable de 1559 habitantes en la zona de Atlántida y 1652 en el barrio de La Estación, según el Censo de 1963, la población activa que tenía sus fuentes de trabajo en el comercio y la industria, abarcaba un 44% del total; la que cumplía tareas en servicios públicos, un 32%, en la construcción y afines, el 15%; en la industria hotelera el 5% y en servicios domésticos el 4%.
Al norte de la Ruta Interbalnearia existían predios donde se desarrollaban actividades de tipo agrícola entre las que se destacaban las correspondientes a criaderos de aves.

Atlántida Hoy...En la actualidad, sin tener el cosmopolitanismo y movimiento de Punta del Este, Atlántida continúa en ascensión progresista con la hermosa geometría de sus residencias enjardinadas, pero su vida sigue siendo amable y tranquila. Con su clima sereno, su aire aromático y tónico, sus hoteles confortables, su vida social propia, su mecanismo de ciudad, es un lugar ideal para ser visitado no sólo en la temporada veraniega sino también durante los fines de semana.
Ubicada a 20 Km del aeropuerto internacional de Carrasco y a 45 Km de Montevideo por Ruta Interbalnearia, su bosque frondoso de pinos y eucaliptus, el mar con sus aguas de alta salinidad, su ambiente de reposo, su Casino, su Country Club, centro de espléndidas reuniones sociales, son atractivos tentadores para el turismo internacional. El esquí acuático la natación, la navegación, la pesca, el zoo, las canchas de deportes, las competencias, la equitación, la atracción de la danza, configuran en Atlántida otros motivos siempre renovados de captación y concurrencia.
El escenario de Atlántida ofrece también motivos que lo singularizan: el ˜trébol˜ de entrada a la Ciudad balnearia; la fuente luminosa en homenaje a los fundadores del balneario; el reloj de sol existente en la Plaza General Artigas, diseñado y fundido en bronce en 1940 en los talleres de la marina de la Armada Argentina; el Monumento a la madre, obra del escultor Juan Pedro Morra y la Parroquia de Cristo obrero y de Nuestra Señora de Lourdes en la Estación de ferrocarril, que fue construida bajo la dirección del Ingeniero compatriota Eladio Dieste y es considerada como ejemplo de creatividad a nivel internacional. Es única en América del Sur por la forma de su construcción, la ondulación de sus paredes de ladrillo a la vista que sostienen sin columnas la bóveda, también ondulada. Tiene, contigua, una torre de 15 mts de altura, con paredes caladas para resistir el impulso de los vientos.
En el interior de esta Iglesia se encuentra un Cristo tallado en madera dorada, que recuerda una idea bíblica -Cristo vaciado de toda majestad y gloria- obra del escultor madrileño Eduardo Díaz Yepes. El altar consiste en un bloque de granito verde, procedente del interior del país, que ha sido dejado en estado bruto. Iluminan la parte interna del Templo pequeñas perforaciones, en las que se han utilizado, en vez de cristales, placas de alabastro.
Datos extraídos de www.atlántida.com

Edificio Planeta
El sello cuenta en su diseño la imagen del Edificio Planeta (Foto cedida gentilmente por la Comisión Administradora del edificio)
El Edificio Planeta fue construido en 1937 por idea de Natalio Michelizzi. Éste era un hombre imaginativo, emprendedor, decidido y de gran audacia.
Había nacido en Calabria, Italia, por 1896. Marcó un antes y un después en la década del 30 del siglo pasado para el balneario Atlántida.
Desde Italia viajó a Argentina y se radicó en Buenos Aires, desde donde representaba la compañía Planeta, fabricante de máquinas impresoras alemanas. Esto dio origen al nombre del hotel.
Era asiduo visitante de Uruguay y cuando llegó a Atlántida como turista en 1935, se enamoró del lugar y decidió comprar los  terrenos aún no vendidos y los predios que no estaban urbanizados.
La Territorial Uruguaya Sociedad Anónima vende a Natalio Michelizzi las tierras de su propiedad, según escritura  firmada por el escribano Héctor A. Gerona el 16 de mayo de 1936. De inmediato tuvo la  idea de construir un hotel que fuese atractivo para el gran turismo internacional, ya que la capacidad  hotelera de la época era insuficiente para la cantidad de veraneantes que venían a Atlántida, atraídos por la belleza natural del lugar.
Como era un apasionado por todo lo vinculado al mar, decide que el hotel Planeta tuviera la forma de un barco y encomienda la construcción a la empresa Pérez Butler y Pagano.
En seis meses, trabajando de día y de noche, la obra queda concluida en 1937.
Según cuentan los lugareños, en la noche de su inauguración, la playa frente al hotel, se llenó de gente con velas encendidas para conmemorar el acontecimiento.
El edificio cuenta con cuatro pisos, planta baja y un subsuelo. El hall de entrada es dominado por una magnífica escalera doble que se fusiona en el primer rellano y conduce a los pisos superiores. El techo está decorado con relieves abstractos, con suave iluminación incluida en el techo mismo. El ascensor, algo escondido hacia la derecha, es muy pequeño, con capacidad para sólo cuatro personas y era solamente para el uso de los turistas. Éste no llega al cuarto piso, al cual se accede por una amplia escalera que parte del hall del tercer piso y va a dar a la puerta de la antigua suite presidencial.
Las habitaciones del lado del mar tienen una magnífica vista de la Ensenada de Santa Rosa, mientras que las del otro lado dan al centro de Atlántida. La que era suite presidencial (en el frente, arriba) tiene vista hacia ambos lados, e incluye un mirador .
En el proyecto original incluía un lago artificial alrededor del edificio para mayor efecto, pero las autoridades de la época no lo autorizaron.  Es tal su realismo que da la impresión de estar pronto a soltar amarras y partir mar adentro.
En un principio fue muy lujoso, típico de un estilo náutico de la época. Fue el primer hotel que reunía prácticamente todas las comodidades ya que contaba con calefacción, baño privado y agua caliente, lo cual para la época era excepcional. Se alojaba en él la aristocracia argentina y uruguaya que pasaba aquí sus vacaciones
El hotel dejó de funcionar como tal luego de la súbita muerte de su dueño en 1953 y fue transformado en un edificio de apartamentos.
El 19 de diciembre de 2005, por ley, el Ministerio de Educación y Cultura - Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación declaró al edificio  ˜Planeta˜  Monumento Histórico Nacional.

Datos aportados por el Prof. Darío Porta
(Correo Uruguayo)




El Águila
"El Águila", ubicada en Villa Argentina, a 2 km de Atlántida, es una de las construcciones más famosas del Departamento de Canelones y de la Costa Rioplatense.
También conocido como "La Quimera", debe su existencia a dos personas: el millonario Natalio Michelizzi, que residía en Buenos Aires y el constructor y vecino de la zona Juan Torres.
El primero de agosto de 1945, Michelizzi, propietario de una casa lindera a la playa, le pidió a Torres que le edificara un Nicho de dos por dos, para colocar una Virgencita. Torres, para no quedarse corto, hizo una pieza de cuatro por cuatro. Cuando Michelizzi se encontró con ese gran cuarto decidió destinar ese espacio para leer, pintar, recibir amigos y tomar copetines, agregando un dormitorio, un baño y una cocina a modo de capricho, un águila encima, recubierta de piedras que parecieran plumas.
Torres, sin ningún plano, imaginó y creó la cabeza del Águila, que tanto le encantó a Michelizzi que le pidió que continuara la construcción por debajo, con forma de barco. El piso se transformó en una terraza y en su interior había un bar. La proa terminaba en dos agujas de hormigón que simulaban la boca abierta de un delfín.
Michelizzi murió en 1957 a los 57 años. Con el tiempo el mar derrumbó en su totalidad el barco de hormigón. Actualmente se mantiene el Águila original, abierta al público todo el año.

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