21 de marzo de 2013

Mujeres notables


Matasellos Primer día de emisión

Diseño: Eduardo Salgado
Jorgelina Martínez: fotografía por Nancy Urrutia
María Viñas Sendic: fotografía cedida por Flia. Viñas.
Elena y "Tota" Quinteros: fotografía por Oscar Bonilla

Información publicada por el Correo Uruguayo con motivo del lanzamiento de esta emisión:

Jorgelina Martínez


La “Negra” Jorgelina como llegó se fue, dejándonos otro de los grandes vacíos que siempre dejan quienes han luchado por los trabajadores y por el mejor destino de todos los humanos.

Muchas veces desde la sombra, ocultándose con modestia para no sobresalir entre quienes iban en busca de idénticas metas, la entrañable “Negra” ponía su sello inconfundible en los quehaceres de todas las fuerzas populares.

Desde aquel hoy lejano 1954, cuando la vimos por primera vez llegar como delegada de su sección en la fábrica al local del Centro Obrero Alpargatas (COA), que habíamos fundado dos años antes, hasta su actual tarea en la Comisión de Disciplina del Frente Amplio, los aportes de la compañera Jorgelina Martínez - la muy querida “Negra”- fueron siempre contundentes.

Recuerdo que quienes estábamos al frente del flamante COA, ni bien la escuchamos exponer las inquietudes de las compañeras que representaba, no dudamos en que debía estar junto a nosotros en la dirección del sindicato, máxime cuando la muy necesaria presencia femenina era escasa. Y así fue casi de inmediato, porque bien pronto hubo estatutarias elecciones y Jorgelina pasó a integrar la dirección del COA.

Después vendría el gran desafío de unir a los trabajadores textiles, divididos en cinco sindicatos, esfuerzos que culminaron felizmente con la creación del COT en 1955 como organismo coordinador primero, y como sindicato de todo el gremio en 1964.

Participamos con ella y con Héctor Rodríguez, además de otros valiosos compañeros. Héctor - que no era lerdo ni perezoso- ni bien captó los quilates de la “Negra”, trató de que se le dieran mayores responsabilidades. En 1956 debutó a nivel internacional. Se recibió una invitación para una Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras que, organizada por la FSM y los sindicatos húngaros, tendría lugar en Budapest.

Aceptamos y designamos a las compañeras Delia Maldonado por la Unión Obrera Textil y Jorgelina Martínez por el Centro Obrero Alpargatas, ambas organizaciones integrantes de la Comisión Coordinadora del COT creada en noviembre de 1955.

Superamos el nada menor inconveniente de tener que pagar nosotros los pasajes, con una rifa que apenas dio para dos pasajes en barco, de tercera clase y sólo de ida. Pero allá salieron la “Negra” y Delia confiadas en que luego giraríamos para el regreso. No fue necesario, pero lo destacable fue la opinión que nos dieron al regreso respecto a lo visto y oído en Hungría. Señalaron el descontento de los trabajadores y el pueblo con la burocracia que los gobernaba, previniendo que algo grave sucedería. Y sucedió. Dos meses después los tanques rusos desembarcaron para reprimir en los hechos que ya conocemos.

En 1958 el compañero Raúl Cardona del COA, invitado al Congreso de la FSM, señaló en su discurso la mencionada opinión de Jorgelina, dejando estupefactos a delegados y observadores habituados a las unanimidades, cosa que corrió por las teletipos en todo el mundo. Sería muy largo desarrollar todos los episodios que protagonizó nuestra “Negra” como luchadora social. Por hoy me detuve en éste por su relevancia y por la útil advertencia que conlleva. Gracias “Negra” y hasta siempre.

“Una de las imprescindibles”

“Jorgelina Martínez integró el Centro Obrero de Alpargatas y fue fundadora del Congreso Obrero Textil. Fue una luchadora incansable, batalladora como pocas, su pérdida el pasado martes 22 de diciembre significa la partida -parafraseando a Brecht- de una de las imprescindibles, de esas que luchan toda la vida…

Fuimos compañeros de trabajo en la fábrica de Alpargatas, junto a otro querido dirigente, Ignacio Huguet. Recuerdo y reconozco en Jorgelina un pilar de la unidad de los sindicatos textiles y en la formación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

Ella participó en múltiples movilizaciones y protestas, luchó contra el sindicalismo amarillo que se gestó entre los años 1963 y 1969 en las fábricas textiles del país y será siempre un icono para la clase trabajadora de Uruguay y del mundo.

Jorgelina fue respetada y querida en un ambiente predominantemente masculino. La mujer trabajadora se vio altamente representada en ella y es necesario que su muerte no pase desapercibida, sobre todo para las próximas generaciones”. Antranic Adourian

Jorgelina Martínez fue una de las dirigentes históricas del movimiento sindical uruguayo y también de la izquierda y del Frente Amplio. Fue dirigente del Centro Obrero de Alpargatas, fundadora del Congreso Obrero Textil y de la CNT. Participó en 1965 del Congreso del Pueblo. Durante la dictadura fue perseguida pero junto a José D´Elia estuvo siempre al lado de la resistencia obrera.

Jorgelina, referente histórica de la lucha de las mujeres trabajadoras, fue también militante del Frente Amplio de toda la vida e integraba el Tribunal de Conducta Política. Al fallecer el pasado 22 de diciembre de 2009, a la edad de 83 años nos dejó su ejemplo de mujer trabajadora que luchó durante toda su vida por una sociedad más justa y solidaria.

María Viñas Sendic


Nació en Uruguay el 8 de Enero de 1943. Se graduó como Ingeniera Química en la Universidad de la República comenzando su actividad laboral desde muy joven, y en 1965 siendo aún estudiante y madre reciente inició su carrera docente en nuestra Universidad. En aquellos años, el área de la Ingeniería de Procesos sufría una fuerte transformación, dejando atrás los métodos de la antigua Química Industrial.

María se incorporó a la vanguardia de ese cambio, a la vez que crecían sus dos hijas pequeñas, abordando y resolviendo en el área de Ingeniería de Procesos problemáticas muy diversas, área en la que siguió avanzando durante toda su vida. Desde sus inicios como estudiante mostró un fuerte compromiso gremial. La década del 70 fue escenario de traumáticos acontecimientos fruto del régimen antidemocrático.

María, junto con la mayoría de docentes e investigadores se refugió en el extranjero mientras nuestra Universidad era vaciada de contenido y recursos de toda clase. Así, en 1975 emigró junto a sus hijas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, donde como estudiante del Instituto Mendeleev obtuvo el título de Candidata en Ciencias Técnicas.

Posteriormente se radicó en Méjico donde trabajó en la Universidad Autónoma UNAM como Investigadora Asociada en el área de Ingeniería Ambiental, llevando a cabo estudios de tratamiento de aguas en campos geotérmicos. De la hospitalidad de esa nación María estaría profundamente agradecida, y fue así que nació un compromiso y un vínculo afectivo que nunca abandonó.

En 1985, María volvió a la Universidad de la República, dispuesta a construir lo que no existía, que por cierto eran muchas cosas. Encaró desde la ausencia de laboratorios
de investigación y de investigadores hasta la falta de las estructuras más elementales, paralelamente a la ausencia de una estructura gremial dentro de la Universidad, todo
lo cual había desaparecido en los años de intervención y había que construir.

Fue una persona como muy pocas, en la que se reunían los objetivos claros, con la inteligencia, la metodología y la perseverancia en sus metas, abordó esa tarea poniendo una dedicación y una capacidad de trabajo que la distinguieron siempre.
Fue fundamentalmente un motor, desde el punto de vista científico, docente de docentes y una gran directora de grupos de investigación.

Seleccionó con gran visión las temáticas a investigar, estableció múltiples vínculos con el sector productivo nacional, generando desarrollos conjuntos y transferencia de conocimientos. Despertó vocaciones, mostró con el ejemplo que las grandes empresas y que las grandes luchas son posibles ocultando a medias su profunda generosidad y sensibilidad, detrás de un espíritu emprendedor y gran capacidad de trabajo.

Fue también una luchadora social que puso su capacidad sobresaliente en el trabajo hacia la superación a través del Cogobierno Universitario y de su actividad gremial en la Asociación de Docentes de la Universidad de la República, ADUR, habiendo sido Secretaria General hasta el momento en que su salud se lo permitió María dejó de existir a los sesenta años de edad, el 2 de Marzo de 2003, dejando tras de sí una vida dedicada a seguir fielmente sus principios en todos los aspectos de su existencia, en lo personal, en lo político, en el campo científico, con claridad, con espíritu abierto, con
generosidad.

Sirvan estas líneas como homenaje a la memoria de quien fuera nuestra guía y visionaria, nuestra compañera fiel y sensible, en este andar incierto de la vida gremial, la investigación científica y de la vida cotidiana.
Salú querida María!

Publicación: Instituto Cuesta Duarte – PIT CNT. Fuente: La República

Elena Quinteros


Nació en Montevideo el 9 de setiembre de 1945. Su madre fue María del Carmen Lidia Almeida Buela (“Tota”) y su padre Roberto Luis Quinteros Pujadas. Cursó primaria en el colegio de las hermanas Dominicas. Profesó y practicó la religión católica hasta el comienzo de su actividad gremial. Comienza los estudios de magisterio en 1962. A edad de 21 años obtiene el título de maestra. Luego, cursó estudios de pedagogía de la educación en la Facultad de Humanidades.

Siendo muy joven se integra a la Federación Anarquista Uruguaya (FAU). Desde esa opción libertaria, realiza una activa militancia en la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE). Fue una de las fundadoras, en 1975, del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP).

Como estudiante y luego como maestra tuvo una actividad sindical importante, en la Agrupación 3 de la Asociación de Estudiantes Magisteriales de Montevideo (AEMM) y en el gremio de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), integrante de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

En abril de 1967, con 22 años, participa en la reanudación de las Misiones Sociopedagógicas en Capilla de Farruco en el departamento de Durazno.
Ya como maestra, comenzó a trabajar en una escuela 195 de la ciudad de Pando, en Canelones.

El 16 de noviembre de 1967 fue detenida, y es liberada a las pocas horas. El 22 de octubre de 1969, con 24 años, es nuevamente detenida, procesada y recluida en la cárcel de Cabildo. Luego que de dicho establecimiento carcelario se fugaran el 8 de marzo de 1970, 13 de las mujeres recluidas en dicho establecimiento, fue trasladada a Cárcel Central. A mediados del año 70 participa con las demás presas de Cárcel Central en una huelga de hambre y logran con ella el traslado nuevamente a la cárcel de Cabildo.

El 16 de octubre de 1970 fue liberada y vuelve a desempeñar sus tareas como maestra en la misma escuela en la que anteriormente había trabajado, donde es recibida con júbilo por niños y vecinos de la zona.

Recobrada la libertad, nuevamente va a vivir con su madre Tota Quinteros, en una casa de la calle Carreras Nacionales. En enero de 1971, se mudan a la calle Escalada 4101 en el Prado, cerca de Magisterio. Allí vivirá con su madre hasta 1973, cuando se casa y pasa a vivir con sus suegros.

El 26 de noviembre de 1972 es nuevamente detenida en averiguaciones. En esos años, desde el sindicato de FUNSA participa de las reuniones de familiares de presos políticos que preparaban los paquetes de comestibles que después se llevaban a las cárceles.

El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 sumerge a Elena en la organización de la resistencia que se manifiesta en la huelga general. Posteriormente trabaja en la reorganización clandestina del activo militante que permanece aún en el país. Luego participará en un largo proceso de conformación del PVP, lo que la obliga a desplazarse asiduamente entre Uruguay y Argentina.

El 5 de mayo de 1975, en el marco de un nuevo embate represivo contra su organización política, Elena es requerida por la dictadura y se traslada a Buenos Aires.
El 24 de junio de 1975 es destituida por la dictadura de su cargo como maestra. En los primeros meses del 76 regresa en forma clandestina a Montevideo. Bajo otra identidad, vive en un apartamento en la calle Massini 3044, hasta su detención.

Elena fue secuestrada por la dictadura uruguaya el 26 de junio de 1976, cuando aún no había cumplido 31 años. El 28 de junio con la excusa de conducir a sus captores a la detención de un compañero suyo, se hace llevar a las inmediaciones de la embajada de Venezuela, donde solicita asilo y es sacada a la fuerza por sus captores. Es conducida al Batallón de Infantería Nº 13, donde es torturada y posteriormente ejecutada. Venezuela a raíz de su secuestro de los jardines de la embajada, rompe relaciones diplomáticas con Uruguay hasta el 1º de marzo de 1985. Elena continúa hasta hoy desaparecida. Su madre Tota Quinteros, el 8 de octubre de 1976 abandona la Argentina bajo la protección de Naciones Unidas y se refugia en Suecia. A partir de allí, hasta su muerte en enero del 2001 desarrollara una intensa búsqueda de su hija.

Publicado por: Raúl Olivera en Trabajo & Utopía – Setiembre 2008

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