Reverso con Matasellos Primer Día de Emisión |
Motivos:
- En el anverso aparece el óleo titulado Candombe, pintado sobre cartón, sin fecha, 61 X 81 cm, en colección del Museo Histórico Nacional. El Candombe uruguayo es una danza creada por los afrodescendientes del Uruguay, a partir de ritmos africanos, que se ha integrado al patrimonio musical del país con variadas expresiones de danza y canto, y está también asociado al carnaval.
- En el reverso hay un pequeño dibujo, también obra de Figari y los datos del óleo reproducido.
- El matasellos Primer Día de Emisión presenta la firma del pintor.
Información del sitio web del Correo Uruguayo:
Pedro Figari
La vida de este pintor como la de todo creador genuino, tiene sus características singularísimas. Entre las de Figari se destaca su radical cambio de ubicación social y oficial, que constituye una excepción en la existencia de sus notorios compatriotas.Califica Ortega y Gasset al intelectual de hombre ˜preocupado˜, para el pensador español el político es el hombre ˜ocupado˜.
Hombre evidentemente social, gozó en su juventud de la simpatía de los triunfos. Primero fue profesional universitario, sobresaliente en el derecho penal como defensor de inculpados en causas célebres de su tiempo; letrado del Banco República; funcionario en el alto cargo de Inspector de Escuela de Artes y Oficios del país, donde por sus directivas quiso ensayar el estudio del desarrollo decorativo de los elementos de la fauna y flora nativas; político que ocupara la banca de representante nacional. Toda esa actividad social que cumplió tan destacadamente, llegando hasta abarcar la diplomacia, fue vivida por Pedro Figari con un parejo interés por las actividades intelectuales del puro y gratuito ejercicio.
Fue ensayista de la belleza en su libro Arte, Estética, Ideal publicado en 1912, testimonio de la inquietud de sus problemas creativos mas generales. Autor de razonamientos sobre belleza o manifestándose sensiblemente como los poemas ˜El arquitecto˜ (1930), su pensamiento fijado en palabras forma una notable unidad con su plástica, ya que sus libros pueden ser leídos en su pintura. Los escenarios de largos horizontes en los que los seres se integran en el paisaje señalan el credo panteísta como el mensaje último de un artista filósofo. Comprendiendo como pocos en qué grado las artes representan la sabiduría del pensamiento humano, supo compendiar todas sus ideas fragmentadas en actividades múltiples en la unidad visual del cuadro pintado. En su ecuación personal, la pintura iguala la suma de numerosas experiencias en el trabajo constante y variado de persona culta. Confiarse así como lo cumplió, con entrega total a las artes, tan llenas de incertidumbre, tan difíciles para los juicios definitivos, tan proclives al descontento íntimo de quienes las ejercen; darse enteramente a soltar sus preocupaciones después de haber realizado un acto heroico.
Cuando Figari estructuró toda la creación de su arte tras larga meditación y paciente recato, fue a Buenos Aires a producir. Allí vivió cuatro años pintando sin reposo. Del ejercicio salió su incomparable estilo, porque en la pintura también la mano piensa. Figari desde Montevideo parte con su vocación ya marcada y al instalarse primero en Buenos Aires (1921-1925) y luego en París (1925-1933) mas que buscar el sustento de ideas procura aspirar al aire inteligente de la comprensión.
Creación y producción.
Figari separó perfectamente estos dos tiempos de la obra de los artistas, que establecen distinciones definitivas y que en el presente tienen a confundir por el apresurado deseo de uniformidad de expresiones, considerada como conquista del artista moderno. Todo horizonte que presenta un pintor señero es recorrido inmediatamente por multitud de colegas de todos los países sin conciencia de temores.
Apenas capacitados para la identidad en la apariencia creativa - desde luego inédita, brusca, llamativa, poderosamente diferenciada como ocurre con los cambios evolutivos en las artes actuales - con urgencia que sobrepasa todos los asombros, el artista produce. Su adhesión es tan total que es imposible detenerlo en sus ansias. Ya no investiga: produce en esa nueva devoción, nada aporta ni matiza a la expresión que lo imanta; su pasado, su ayer inmediato, otro culto anterior lo retiene: produce en la nueva manera y repite 20 0 30 veces un mismo ejercicio para cumplir la exposición personal solicitada y responder a las invitaciones de los cada vez mas numerosos certámenes nacionales e internacionales con rostro diferente.
Los temas de Figari - no el tiempo expresivo - eran ciertamente afines a los usados por artistas argentinos, y allí completa su repertorio con interpretaciones de motivos propios del país, como el episodio de ˜Barranca Yaco˜, del retrato del personaje literario ˜Don Segundo Sombra˜ y las danzas provincianas. Encontró en Buenos Aires un medio, una ˜elite˜ culta, acogedora, pero lo suficientemente reciente en el contacto del artista para apreciarlo como versión totalmente inédita y respetarlo en su virginidad interpretativa. Una ˜elite˜ de alta napa de la sociedad bonaerense lo sostiene y alienta. Algunos literatos intuyen su gran aporte a la cultura ciudadana.
Figari fue a afirmar sus propósitos expresivos en Paris. Esos mismos argentinos y el uruguayo Julio Supervielle le han de ayudar para ubicarse en la capital de Francia. A la ˜Escuela de Paris˜ perteneció y dentro de ellas al neoimpresionismo...Su pintura ciertamente influída por Vuillard y Bonnard, marca aportes a esa tendencia de los ˜intimistas˜ franceses no solo en el incuestionable interés de sus nuevos motivos, sino también en la presencia de esa citada síntesis que es traducción válida hasta hoy, de la mayor sencillez y juventud continentales. Figari es uno de los iniciales y mas conspicuos representantes de un momento de la pintura de Latinoamérica, después del período documental, que le reconocemos como la etapa de investigación de un contenido local.
En lo colectivo, es un momento en que el arte de América del Sur se ve invadido por los pintoresquistas y los cultores del tipismo. Figari se aisló en su posición; nada reprodujo, nada subrayó: todo en su pintura fue un comentario. El comentario de Figari, lejos de ser pirotecnia propagandista del folklore era solera y prosapia rioplatense; una historia usada, sabia e íntima.
En Buenos Aires, París y un último año, en 1934 en Montevideo, cuando cesa de pintar dejando amontonados a su muerte dos mil quinientos cartones pintados, es que se realiza su largo relato. Cada cartón suyo es una palabra de ese enorme mundo experimentado por este, sin duda, insolitamente culto pintor.
Antes de transcurrir un siglo, Figari se presenta como la antítesis del viejo pintor, con la desformulación más total.
En menos de un siglo de existencia, el dibujo uruguayo recorre desde los vasos de los caballos de ˜La escolta del General Maximo Santos˜ de Juan Manuel Blanes, todos iguales, hasta las cuatro patas de cualquier potro clinudo de Pedro Figari, todas diferentes.
Como dibujo Figari creó el suyo, tal los armonistas de su época, aquellos impresionables ya citados que fijaban resoluciones sorpresivas, solo atentos a sus ocurrencias. No tenía este dibujo, resabio alguno de la noción académica del acabado perfecto. Es el dibujo de Figari individualista en grado sumo, desformulado al extremo, pero el más convincente para su propósito, el más preciso para imprecisar formas y detalles en su deseo de recordacion poética del pasado sin caer en las anacrónicas reconstrucciones, para poder fundir cualquier relato suyo en el plano de la leyenda que es la que hace cierta la relación de las cosas del pasado.
De aquí asemejándose los cuadros de los últimos años por temas, armonías, señalización de horizontales o disposición de las figuras en friso, siempre se ha de notar en la interpretación pictórica de su mundo figurativo una nueva ocurrencia o metáfora de su pincel, que le quita o le anula la posibilidad de ser calco o repetición.
Figari -bien lo afirmaba el artista en todas sus conversaciones- tuvo su tema, cuyos motivos son todos innegablemente parecidos al escenario del Río de la Plata. Bastante fácil es comprender que en este aspecto solo puede interesar al uruguayo o al argentino, pero los temas en pintura empiezan a ser válidos desde las mismas creaciones de los artistas y no por méritos referenciales que solo atraen a la gente local; lo que importa afirmar es que Figari creó su tema.
Falleció en 1938 el mismo día que el escritor Carlos Reyles, dejando un legado de cerca de 4000 cartones y dibujos, en los cuales el gaucho, el esclavo africano y sus descendientes son figuras de una nueva expresión que revaloriza la historia local y americana en proceso ˜civilizatorio˜, de la modernidad. En todas sus expresiones y actos subyace un hondo sentido humanista, que será la marca también de su prosa ficcional (varios cuentos y la utopía novelada Historia Kiria de 1930) y de su obra poética (El Arquitecto, de 1928).
Información extraida de la página del RAU
(Universidad de la República, Red Académica Uruguaya).
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